Leer, también en verano

George R. R. Martin escribió una vez: Un lector vive mil vidas antes de morir. Aquel que nunca lee vive solo una”. Todos los que en nuestra infancia hemos visto libros en las estanterías de nuestra casa hemos tenido oportunidad de abrirlos para fomentar nuestra imaginación, creatividad y disfrute personal. Casi nada.

Y en las manos de madres, padres y educadores está la llave que podemos ofrecer para acceder a esas experiencias que esperan a que una mente curiosa los despierte. Porque, claro está, se trata de eso: de inculcar un amor al descubrimiento de esos mundos que están más allá de las pantallas cautivadoras que todos conocemos. 

Leer en el colegio

En el colegio sabemos que los libros tienen que ser accesibles, es decir, que estén siempre disponibles. Y hay que fomentar permanentemente la curiosidad por conocer su contenido, en un mundo en que la inmediatez reina y la satisfacción debe llegar con rapidez. La lectura, además de la dimensión placentera personal, da una visión mucho mayor de tantos y tantos mundos que pueblan el nuestro. Y eso, desde luego, amplía considerablemente la mente.

En las diferentes etapas educativas tenemos en cuenta no solo las aptitudes de cada edad de nuestro alumnado, sino, sobre todo, las posibilidades que ofrece. El contacto con autores, la oferta amplia de lecturas propuestas y la supervisión de estas no tendrían mayor efecto si no estuvieran respaldadas por las familias. Cuando un niño o niña ve a un adulto de su familia leer, de alguna manera se sienten invitados a hacerlo; al mismo tiempo, los adolescentes quieren elegir por sí mismos, lo cual implica que deberían conocer la oferta que tienen a su disposición. Es evidente que, cuando toda la comunidad educativa remamos juntos, el barco llega antes y mejor a puerto.

Leer tiene que ser, ante todo, una actividad placentera; si se cumple esta condición, todo lo demás vendrá por añadidura. Por eso es tan importante el tiempo que se dedica en el aula a esta actividad: porque otorga a nuestro alumnado un enorme poder de disfrute y aprendizaje. La lectura es, en efecto, la herramienta de que dispone para adquirir conocimientos y, por supuesto, destrezas.

Leer en verano

Y ahora llega el verano: esa época del año que nos invita a salir, a gozar de la naturaleza, a expandir nuestros sentidos… Cualquier alumno o alumna tiene la tentación de no seguir con su hábito lector porque “no lo mandan en el colegio”. Gran error, desde luego. Sin duda, aquí entra la poderosa influencia de la familia: podéis animarles a leer leyendo también vosotros, mostrándoles diferentes lugares y momentos en los que un libro es un increíble compañero de viaje, animándoles a encontrar una lectura entretenida y divertida para pasar las largas horas de un tedioso verano e incluso proponiendo divertidas actividades que acrecienten su curiosidad por las historias que están escondidas en los libros y que tan solo están esperando el momento en que una mente inquieta las descubra.

Hagamos de las horas que nos esperan un tiempo reservado a la sorpresa y descubrimiento; porque leer es, ante todo, una forma de vivir otras vidas. Y vale la pena.

Alberto Sarasua

Profesor de Lengua y Literatura Castellana en Secundaria